Friday, 20 January 2017

Extractivismo e industrialización territorial; la colectividad como contrarrespuesta.



Las diversas condiciones geográficas que se presentan en el espacio nacional (históricas y culturales), configuraron una seria de espacios económicos compiten con los conjuntos de formas culturales  precedentes. Esta situación, la del choque de perspectivas respecto del uso y magnitud propiaciada por el Extractivismo de recursos naturales, se expresa en disconformidades en las comunidades locales, las cuales, empoderadas de sus derechos y en pos de mejorar su situación toman parte en un conflicto que tiene por objeto mejorar o mantener su calidad de vida.



El Extractivismo y la industrialización del espacio 

 

El extractivismo, es un enfoque de uso del medio ambiente en la cual se entiende que todos los ecosistemas/componentes presentes en un entorno, tienen como finalidad servir al ser humano. La característica fundamental de aquel proceso, es que su realización supera en escala a todas las formas de uso de la naturaleza conocidas hasta la contemporaneidad. El carácter industrial de este enfoque, en el espacio latinoamericano es la materialización, en términos económicos,  de una serie de eventos geopolíticos ocurridos en el continente desde la colonización Española, la independencia de esta, la llegada del capitalismo clásico y la apertura al modelo neoliberal de economía.

En sí mismo, el extractivismo contemporáneo se apoya en la generación de infraestructuras que suponen una rápida circulación de materias primas y –para el caso de nuestro continente- mayormente de productos poco manufacturados, circulando desde su lugar de extracción/producción, hasta los puntos donde estos son enviados a otros puntos del planeta (zonas portuarias). En este sentido, para saber el estado del extractivismo en América del sur, es necesario consultar cuales son las instancias creadas para conectar puntos alejados de las centralidades funcionales a la circulación, respecto de sus áreas de influencia. 


 



Diagrama de nodos y líneas. El desarrollo como enfoque adoptado por la mayoría de los países latinoamericanos y también, por la mayoría de los países periféricos del mundo,  implica la venta, arriendo u otras formas legales de uso para los componentes de valor económico de los entornos. La abstracción de la realidad geográfica sólo a sus atributos de interés (carreteras, ciudades ferrocarriles, oleoductos, líneas de transmisión, entre otros),  sintetiza el accionar que tiene la industria respecto del modelo extractivo que, para nuestro contexto, se materializa a través de un plan integrado de comunicación para su uso a escala industrial.

El plan IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana), es la materialización del extractivismo a escala continental. Este plan, no considerando las externalidades generadas desde la extracción de minerales, generación de energía eléctrica, producción de productos agro-silvo-pecuario-industriales, realizando profundos cambios en la esfera biótica de los entornos, incluyendo al ser humano y su relación cultural precedente a la forma extractivista. El pretexto de esta intervención es la generación de empleos que, al mismo tiempo, disminuyen la calidad de vida de quien los realiza y subsecuentemente, aumentando el proceso del proceso de cambio climático.


La modernización del saber artesanal

Si el extractivismo es la manifestación de la producción económica a gran escala, la modernización de la producción artesanal es una forma de industrialización a una escala humana/micropolítica. Debido a que la ciudad o modo urbano de realizar relaciones sociales territorialmente se amplía, los antiguos artesanos, otrora dueños de sus saberes y sin imposiciones a sus procesos productivos, en la actualidad, para poder ingresar a la economía formal urbana, deben necesariamente estandarizar sus procesos productos. La estandarización de los procesos productivos, en sentido amplio es una vía en que se asegure condiciones sanitarias a los consumidores, no obstante, la aplicación de las normas sanitarias genera ampliar repercusiones para el pequeño productor más que para el sector industrial. 

Debido a que el sector industrial se compone por la sumatoria –en términos abstractos- de varias formas de capital (capital cultural, capital social, capital materia, capital financiero, entre otros), el pequeño productor, contrariamente no tiene más que su capital cultural o saber (la mayoría de las veces legado de generación en generación) para generar algún tipo de bien que le permita subsistir. Esta condición subordina al productor artesanal, el cual para participar en la economía formal debe modernizar (sanitizar) la materialidad donde genera sus procesos productivos o simplemente no participar de la economía formal. 

Concretamente, más allá de un productor de quesos de cabras, un productor de miel o cualquier otro tipo de producción de pequeña escala que implique materialidad en el proceso de producción, para los productores agrícolas, resulta imposible competir con por ejemplo, un pozo de extracción de agua de 150 metros de profundidad, situación reiterativa sobre todo en casos emblemáticos de Petorca, La Ligua, entre muchos otros.



La colectividad como oportunidad de resistencia al Extractivismo y al cambio climático

Si las formas y relaciones sociales locales son en sí mismas el reflejo de las particularidades de su entorno, el Extractivismo y su modo de intervención territorial, es un proceso exógeno, que muchas veces en su implementación intenta a-culturizar a individuos que mantienen rasgos de identidad territorial marcados. El proceso a-culturativo, configura un sin número conflictos ambientales ya sea por la recuperación de su entorno o bien, para evitar la generación de proyectos que destruyan total o parcialmente la integridad de su territorio. 

En relación a esto, el Extractivismo y la identidad son dos aspectos vinculados al quehacer cívico de los seres humanos, es decir, cuando dos partes utilizan los recursos que tienen a mano, se establece una negociación política sobre la situación que les aqueja a ambos. En este sentido, el Instituto Nacional de Derechos Humanos ha detectado al año 2015, 102 conflictos ambientales en Chile, los cuales involucran, en su mayoría, a diversos actores territoriales, especialmente pobladores que precisan de soluciones para evitar o mitigar las afectaciones en procesos de evaluación ambiental que muchas veces no es inclusivo. 

Casos como este abundan, siendo un caso emblemático el ocurrido en la comuna de Freirina, comuna ubicada en la Región de Atacama, durante el año 2012. Este evento resignificó la opinión de la ciudadanía, la cual descontenta por el accionar inapropiado e unilateral por parte de la empresa Agrosuper S.A.,  reaccionando violentamente. En concordancia con esto mismo, también existen conflictos donde la identidad territorial vehiculiza acciones colectivas para con empresas que, a través del Extractivismo, afectan su modo de vida y además, están directamente relacionadas con el Cambio climático. El caso de la reivindicación Mapuche es un claro ejemplo de de imbricación del Extractivismo en la identidad territorial y un caso de reivindicación cultural.  


Obrayan Tapia Pará



Taller de Periodismo
Diplomado Internacional de Verano
Santiago de Chile
Enero de 2017



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