Frente al avance de la megaminería, “es fundamental el proteger los ecosistemas frágiles, las zonas de los glaciares, los nacimientos de los ríos, las cabezas de cuenca, se deben proteger y resguardar los derechos de los pueblos indígenas, junto al de las comunidades campesinas. Pues está ahí la posibilidad de no hipotecar nuestra vida o nuestro futuro, junto al de las generaciones que vienen”, afirma Lucio Cuenca Director de una de las ONG que más se ha puesto a las políticas extractivistas en Chile y América Latina.
Por: Hugo Muñoz
Taller
de Periodismo
Diplomado
Internacional de Verano
Enero
2017
Extractos y comentarios desde entrevista a Lucio Cuenca,
Director de OLCA, Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales.
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En
Chile durante los últimos 25 años se experimenta un proceso de fuerte expansión
de la “Gran Minería”, el cual se caracteriza también por una fuerte expansión
en lo territorial, lo cual ha afectado a distintas comunidades y
medioambientes, directa e indirectamente.
El
Chile de hoy, deja atrás la Minería que se asociaba estrechamente al desarrollo
del país, donde los recursos en su totalidad eran en directo beneficio de los
chilenos, lo que generaba un vínculo más cercano. Hoy en día, la actividad
minera se ha triplicado, pero más del 70% ha sido entregado a compañías
extranjeras, las cuales tributan en sus países de origen o en paraísos
fiscales. Por tanto los aportes a Chile son mínimos frente a los beneficios que
obtienen. Dejando a nuestros haber las distintas problemáticas ambientales y
sociales que emergen desde la actividad. Lo anterior, ha significado una
desconexión de las comunidades hacia la minería, y leen por otra parte, la
amenaza que constituye cada proyecto que se presenta.
Todo
este proceso se ha reforzado por el Tratado Minero entre Chile y Argentina de
1997, mediante el cual se otorgan licencias y grandes beneficios a empresas
extranjeras para operar en nuestro Territorio, con el fin de una explotación
sistemática de los yacimientos. Y con ello, una mayor ocupación de
territorios, que hasta hace poco no
conocían de Minería, de un fuerte consumo de nuestros recursos hídricos, un
mayor requerimiento energético y de una mayor generación de residuos
contaminantes.
La
Gran Minería, hoy en conocimiento de los grandes impactos ambientales que
pueden generar, y frente a una normativa que trata de contener los posibles impactos
negativos o el daño ambiental que se pueda generar, es que busca nuevas
soluciones al tema del depósito de los residuos de los distintos procesos
mineros, llegando a plantear el depositarlos en los fondos oceánicos. Este tipo
de propuesta, habla de una falta de comprensión y del desconocimiento de que
existen territorios que no deben ser tocados, dados sus frágiles equilibrios o
por las consecuencias que podrían desencadenarse a largo plazo, puesto que
además, se constituyen en nuestros reservorios para un futuro.
Es
importante contextualizar el hecho que existe una campaña sistemática por
imponer el filtro de la Minería a la posibilidades del país, así como de su
dependencia para el desarrollo en el tiempo. Generando con ello, conocidos
episodios de corrupción entre la empresa y lo público, captando y corrompiendo,
debilitando aún más la institucionalidad democrática de Chile.
En
concreto, la Minería aporta con unos 70.000 puestos de trabajo, que se
incrementan a unos 200.000 mediante las sub-contrataciones, frente a un
escenario de fuerza laboral en el país, en torno a las 7.000.000 de personas.
Lo que se traduce en un 2% de todo el empleo nacional. Esto habla que el resto
del país posee otros horizontes de desarrollo, los cuales deben ser potenciados
para buscar y encontrar nuevas claves para un desarrollo sustentable,
posiblemente apoyadas por la investigación de las ciencias y la tecnología,
puestos en función de mejorar la calidad de vida de las Comunidades y
Territorios.
Es
muy importante el establecer límites a la actividad extractivista, pues existen
patrimonios humanos y naturales que deben ser protegidos y de los cuales depende
también nuestra alimentación. Éstos espacios territoriales que es necesario
proteger, poseen también fuentes de agua, de las cuales depende nuestra
vida y la vida de los ecosistemas. Zonas
que debieran ser declaradas como intangibles para la Minería, ejemplo de
aquello, son los glaciares. “Es fundamental el proteger los ecosistemas
frágiles, las zonas de los glaciares, los nacimientos de los ríos, las cabezas
de cuenca, se deben proteger y resguardar los derechos de los pueblos
indígenas, junto al de las comunidades campesinas. Pues está ahí la posibilidad
de no hipotecar nuestra vida o nuestro futuro, junto al de las generaciones que
vienen”.
En
torno a lo anterior, y a modo de propuesta para una futura política económica
para el país, sería provechoso, desde un punto de vista económico, el bajar los
techos de producción minera, lo que permitiría incidir en el mercado con
mejores precios del cobre y con mayores retornos económicos para el país, a su vez, con menores costos
ambientales para los distintos territorios afectados por la explotación minera.
Lamentablemente, en Chile hemos transferido la soberanía de la Política Minera
a las empresas transnacionales, las cuales poseyendo más de un 70% de la
extracción total nacional, dictan lineamientos que apuntan a la extracción en
grandes cantidades y al menor costo posible, en los territorios que les fueron
transferidos mediante los tratados mineros.
El
cuadro anterior se constituye en la gran deuda del proceso de democratización
del país, el cómo se asume la gestión de los recursos estratégicos y de cómo
supeditamos la política económica a los ciclos de la naturaleza. La cual se ve
incrementada desde el hecho que actualmente estamos yendo contra todos los
ecosistemas. Es así que en los últimos 10 años ya hay más de 170 especies en
riesgo de extinción, extinción que nos afectará indirectamente y en modo
ineluctable si no ponemos freno a esta situación. Es así que las Araucarias han
entrado en un proceso de inanición y están muriendo, esto es una señal muy
importante para la sociedad actual.
Resulta
muy importante recuperar la capacidad de decisión, poniendo freno a una lógica
irracional y extractivista, que pone en riesgo nuestra subsistencia en el futuro.
Para ello es importante el crear nuevos mercados y nuevos modelos de
desarrollo. Pues Chile posee la responsabilidad de haber incrementado
fuertemente la generación de los gases de efecto invernadero, ocupando el
segundo lugar luego de China. Nuestra responsabilidad pasa también por el hecho
que Chile posee también entre el 80% y 90% de los glaciares del Cono Sur, lo
que nos sitúa como actores primordiales en la salvaguardia de este Patrimonio
de la Humanidad, dado que son muy importantes reguladores climáticos y fuentes
de agua para las Comunidades y Ecosistemas asociados.
Hoy
en día los derechos de agua se concentran mayormente en los sectores del
industria, minería y en la agroindustria. Para ello, Chile debe dejar de seguir
dando la espalda a las naciones vecinas y de seguir apoyándose en la extracción
como único pilar de la nación, generando con ellos acciones concretas y
conjuntas, para la defensa de los Territorios y Comunidades.
Los
conflictos ambientales hoy en día, en su mayoría emergen desde la Energía y
desde la Minería, situándose un 40% de éstos en territorio indígena. Donde el
Estado no ha estado mayormente presente tal como sucede también con instituciones
del mundo académico para investigar y proponer soluciones a los distintos
conflictos en los territorios.
Si
bien los escenarios son difíciles y de gran dificultad para muchas personas,
dan luz también sobre el hecho que hay una mayor sensibilidad y un sentido de
responsabilidad por parte de las comunidades, las cuales manifiestan su deseo
de participación en la toma de decisiones.
Bibliografía:
Tratado
minero:
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