Hace un par de días con un buen amigo llegabamos a la cumbre del volcán puyehue.. estaba fascinado pues era nuevo para él. con el viento golpeando fuertemente las mejillas, me dijo: La conquistamos… hicimos cumbre.. vencimos a la naturaleza.
Esto me hizo eco, por lo que me propuse desarrollar un diálogo que nos permitan revisar de forma somera los componentes ideológicos que nos condicionan las respuestas del día a día, de la vida.
POr: Lenguaraz
Taller de Periodismo DIV17
Y hoy más que nunca cuando parece ser que el cambio climático ya no es cosa del futuro, no es cosa de cuidar a las generaciones venideras, por el contrario, día a día conocemos más experiencias de escasez de agua, incendios voraces, alteración de los ciclos biológicos… etc. expresiones que dan cuenta que nuestro modelo de vida está en crisis.
Le pregunto a mi buen camarada…¿vencimos a la naturaleza?, ¿se trata de ganar o perder? ¿Qué relación existe y debe existir entre la humanidad y la naturaleza?
Antes de animarme con una respuesta, primero una aclaración, el deber incorporado en la pregunta está condicionado desde los imperativos que se estructuran en las relaciones sociales.
Por lo que es necesario, primero un recorrido por la más antigua de las formas de relacionarnos… Desde las lecturas bíblicas «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad (...) sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.» (Gn. 1:28), de forma evidente incita y forma para una relación desde la dominación.
Ahora, la historia reciente no se escapa, las formas pensadas desde las ideologías que lideraron la posterior revolución industrial, desde el marxismo la naturaleza fue vista desde las relaciones del ejercicio de la dominación. Si bien la explotación y la dominación del proletariado son la base de su proyecto, es claro que frente a la conquista del poder de los obreros la dominación de la naturaleza era un deber.
En tanto la construcción del liberalismo y el triunfo de las democracias liberales han configurado nuevas formas de dominación tanto de los trabajadores como de la naturaleza, reafirmando la esperanza en la ciencia y la tecnología como única fuente de progreso.
Más, no es menor la lectura de que la humanidad es la responsable de la crisis, en ciertos círculos y discursos de los “ecologistas” que con cierta candidez aseguran que el ser-humano es un “virus” en el mundo y que deberíamos someternos a las leyes de la naturaleza… nuevamente se reformula el relato de la dominación. Desde una perspectiva considerando una humanidad activa-agresiva y desde la otra una humanidad pasiva-receptiva.
Entonces ¿Qué relación debe existir entre la humanidad y la naturaleza?
Cómo responder en un siglo xxi que camina sobre una profunda crisis socio-ambiental. Ampliamente aceptada pero que con dificultades genera procesos de transformación que marginen las bases ideológicas de la dominación.
Lo primero es dar cuenta que la humanidad se distingue entre las especies, ya sea por creación o por un proceso evolutivo orgánico que nos dá origen a la creatividad y la autoconsciencia, que somos la sociedad: contenido y contenedores, y que en la experiencia viva podemos transformarla.
Segundo, que los problemas ambientales tienen una profunda causa en las jerarquías, en la validación del poder y la explotación, no podemos marginar ni repensar en un mundo donde los equilibrios ecosistémicos sean armónicos si no comenzamos por romper las relaciones de dominación y explotación de las comunidades.
Tercero, construir relaciones estables, duraderas y de confianza entre las comunidades, que permitan la resignificación de la política y avanzar hacia la autogestión. Re pensar las relaciones es repensar la ética, es unir la razón y la moral para responsabilizarnos por nuestras formas de vida, con nosotros, los otros la naturaleza y con el futuro de nuestras comunidades.
La arrogancia con la que hemos vivido y el triunfo de ésta como constructo de los valores que alimentan nuestra ética nos permitirá generar una crisis. Una oportunidad.
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